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La mente olvida pero el cuerpo recuerda: enfermedades físicas y trauma

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INTRODUCCIÓN 

Sabemos de sobra que existe una relación mente-cuerpo y cuerpo-mente, aunque si no te dedicas a la salud integrativa es posible que no conozcas todos los mecanismo fisiológicos por los cuales esto sucede, pero lo que seguro que si conoces es la sensación de mariposas en el estómago, de tener que ir al baño antes de una presentación, de tener la piel de gallina cuando sientes miedo/nervios o de incluso desmayarte ante un problema que te supera.

Pues bien, dentro de esta relación mente-cuerpo y cuerpo-mente tiene mucho que ver el desarrollo del sistema nervioso central. 

Existen dos etapas principales en el neurodesarrollo en las que la plasticidad del cerebro es realmente sensible a los factores ambientales. La primera etapa sensible del neurodesarrollo tiene lugar hasta los 6 años y la segunda etapa se da en la adolescencia. Todo lo que sucede en estas etapas tiene un profundo efecto en el desarrollo neurológico y el sistema nervioso central que nos afectará en la edad adulta.

 

CUANDO LA MENTE OLVIDA

Cuando sufrimos algún tipo de evento traumático (entiéndase por traumático cualquier situación que nos supera) o situación altamente estresante y no tenemos las herramientas para gestionarlo o afrontarlo, podemos sufrir una amnesia disociativa, esto quiere decir que para protegernos y que podamos seguir con nuestra vida, el cerebro olvida o bloquea ese suceso, sin embargo el cuerpo también está presente cuando ese trauma sucedió y en este caso el cuerpo no puede simplemente bloquear el recuerdo. Las emociones, las sensaciones físicas, los sonidos y los pensamientos que surgieron siguen ahí, respondiendo ante una amenaza que ya no está.

Este suceso afectará de manera negativa al sistema nervioso central y en consecuencia al sistema inmune, al sistema digestivo, sistema endocrino, microbiota y en realidad casi cualquier sistema del cuerpo, en especial si el evento sucedió en esas dos etapas sensibles del neurodesarrollo que comenté en la introducción. 

También puede darse el caso en que la persona no bloquea u olvida ese evento pero evita enfrentarse a ello, pero entonces no hablaríamos de que la mente olvida, sino de evitación que es algo diferente y que podríamos tratar en otro post.

CUANDO EL CUERPO MANIFIESTA LO QUE LA MENTE OLVIDA

Como ya he mencionado, que la mente olvide no hace que el cuerpo olvide. Cuando esto sucede, podemos encontrarnos con que respondemos de manera agresiva ante algo que quizás no lo requiera, nos irritamos ante pequeñas cosas o sentimos dolores varios sin saber porqué. A veces incluso  cuando se ha sufrido un trauma muy grave pueden venir flasbacks que generan una respuesta fisiológica casi peor que el propio evento traumático, a esto lo conocemos como estrés post traumático. 

Si el evento o los eventos sucedieron en las épocas sensibles del neurodesarrollo es muy posible que esto repercutiese en :

  • un desarrollo desequilibrado del sistema nervioso
  • una amígdala descontrolada
  • una necesidad de gratificación constance(que hace que una persona sea más propensa a adicciones)
  • dificultad para concentrarse y aprender
  • desarrollo defectuoso del sistema nervioso autónomo

Todos estos desequilibrios predisponen a enfermedades físicas. El estudio ACE (adverse childhood experiences) explica las consecuencias de haber vivido eventos adversos en la infancia en detalle. En el estudio se utilizó una muestra de 17mil participantes, es hasta ahora el mayor estudio realizado de estas características. El estudio concluye que sufrir experiencias adversas en la infancia incrementa la posibilidad de desarrollar un gran número de enfermedades y efectos negativos sobre la salud, en especial si has sufrido 4 o más eventos adversos. Por ejemplo, si una persona ha padecido 4 o más eventos adversos en la infancia tiene 4 veces más probabilidad de desarrollar cáncer, 12 veces más probabilidad de cometer suicidio, 6 veces más de adquirir conductas temerarias y un largo etc de consecuencias negativas para la salud. Estos eventos adversos están descritos en el estudio, algunos son: violencia física, abuso emocional, abuso sexual, padres alcohólicos, convivir con personas que sufren enfermedades mentales, que uno de los progenitores fuera a prisión, que no tuvieras suficiente comida, que no tuvieras a nadie que cuidase de ti o te protegiera, que no tuvieras a nadie en la familia que te hiciera sentir especial o te ayudase, que tu padre pegase a tu madre…

Es importante destacar que esto no quiere decir que si has tenido estas experiencias vayas a tener si o si estas consecuencias pero sí que son un factor de riesgo importante que unido a otros puede desencadenar consecuencias en la salud.

EL ESTRÉS NOS ESFERMA

La función más importante del cerebro es asegurar nuestra supervivencia y para ello será capaz de poner en marcha ciertos mecanismos que nos permitan sobrevivir bajo cualquier circunstancia.

Cuando nuestro sistema percibe una amenaza (real o no), todo el cuerpo se prepara para actuar, ya sea luchando, huyendo o paralizándose ante la amenaza. Cuando esto sucede el corazón late mas rápido, aumentan los niveles de cortisol y aumenta la temperatura corporal. Bajo estas circunstancias el cuerpo deja para otro momento las funciones que en ese momento no le sirven para hacer frente a esa amenaza, como la digestión, la reproducción o incluso la sensación de dolor. Este mecanismo funciona exactamente igual que hace años cuando cazábamos y teníamos que hacer frente a constantes amenazas, solo que hoy en día el mecanismo se activa de la misma forma ante estímulos menos amenazantes como un comentario negativo en redes sociales.

Como he mencionado anteriormente, al vivir eventos adversos en las etapas mas sensibles del neurodesarrollo este sistema que nos alerta de una amenaza puede quedar desequilibrado, de tal manera que podremos estar en un estado de hipervigilancia constante, con un tono del nervio vago muy bajo y una amígdala hiperactiva que aumenta el cortisol y todo esto nos enferma de innumerables formas aumentando los problemas digestivos, depresión, ansiedad, trastornos autoinmunes, diabetes, inflamación sistémica, obesidad…PERO, ¿cómo sabemos si vivimos en un estado de hipervigilancia constante? a veces puede resultar difícil identificar un estado de alerta constante si siempre has vivido en él. Algunas pistas pueden ser:

  • Dificultad para crear o mantener conexiones familiares o de amistad sanas
  • Agitación ante cualquier imprevisto
  • Sensibilidad especial a espacios con mucha gente o con mucho ruido
  • Malinterpretar las situaciones
  • Fatiga, desgana, apatía…
  • Arrebatos de ira o agresividad
  • Adoptar comportamientos arriesgados o temerarios
  • Evitar el conflicto a toda costa
  • Miedo a sentirse juzgado y evitación de situaciones en las que esto pueda suceder

Por el lado contrario, en una persona con un sistema nervioso saludable y un buen tono del nervio vago, sucederá lo contrario, cuando se encuentra a salvo el nervio vago mandará una señal al resto del cuerpo para que se relaje y sea capaz de desarrollar las funciones de manera normal, como conectar con otras personas, disfrutar, aprender, gestionar mejor los conflictos …

MEDICINA INTEGRATIVA ES COSA DE TOD@S

Me entristece profundamente cuando alguien me cuenta que tras ir a muchos médicos solo le dicen que es estrés, suena algo así como ¨no se preocupe usted, eso es estrés, intente relajarse¨

A mí esto me suena a algo parecido como ¨si estás triste ponte contento¨, y creo que este tipo de abordajes no ayudan a nadie y menos cuando la persona va buscando ayuda médica porque se encuentra realmente mal. 

En mi opinión, muchos de estos profesionales que dicen que es estrés puede que estén equivocados y se necesiten pruebas más avanzadas y dedicarle más tiempo al paciente (cosa complicada cuando alguien tiene una media de 5 minutos por paciente) sin embargo, cuando resulta que al final sí es el estrés psicológico lo que nos está enfermando o tiene un papel relevante en la sintomatología del paciente y se considera que habría que abordar el estado del sistema nervioso de la persona para que pueda mejorar, sería muy beneficioso algún tipo de pauta algo más concreta o recomendación de visitar a otros profesionales especializados. Si aquellos profesionales que afirman que todo lo que no comprenden es estrés hicieran esto, por lo menos la persona tendría una pauta o una ruta por la que empezar a sanar.

Desde mi visión, si la persona acude con síntomas físicos a un profesional que no se dedica a la psicología, este debería tratar esos síntomas y después o a la vez según sea el caso derivar a psicología, si por el contrario la persona acude a psicología pero a la vez sufre síntomas físicos, el psicólogo debería hacer un trabajo en conjunto con otros profesionales especializados en la sintomatología o enfermedades del paciente porque no sanar la parte física dificultará mucho el avance de la terapia. Esto es entender el cuerpo como un conjunto y no como partes aisladas.

SANAR MENTE-CUERPO Y CUERPO-MENTE

La escucha activa hacia uno/a mism@ es quizás por donde primero se debería de empezar, algo tan sencillo como preguntarse cada día ¿cómo se siente mi cuerpo hoy? ¿Me he aportado las necesidades básicas para que hoy mi cuerpo se sienta bien? ¿He descansado lo suficiente? ¿He ingerido alimentos con buena densidad nutricional? ¿Me he tomado un ratito para mi?…

Una vez nos hemos empezado a preguntar por cómo nos sentimos física y emocionalmente podríamos probar alguna de estas rutas para comenzar a sanar:

  • Terapia psicológica: si o si esta vía hay que explorarla para entender las propias heridas, encontrase con el niño/a interior y sanar aquellas heridas que siguen afectándo en el presente ya sea de manera física o emocional.

 

  • Sistema digestivo: la mayoría de personas que han sufrido eventos adversos y que viven con estrés tienen sistemas digestivos disfuncionales. No es posible sanar sin tener un sistema digestivo que funciona como tiene que funcionar. Será importante aquí acudir a una persona especialista en sistema digestivo y nutrición, idealmente con una visión integrativa.

 

  • Neurofeedback y biofeedback: no me canso de recomendar esta terapia, es una maravilla para entrenar al sistema nervioso. En el neurofeedback los sensores van colocados en la cabeza y sirve para entrenar al cerebro a ajustar sus ondas cerebrales y el estado de la mente, el biofeedback por otro lado lleva sensores en el cuerpo y recoge la actividad muscular, temperatura y ritmo cardiaco, el objetivo es entrenar para mejorar el control de la mente sobre los procesos corporales.

 

  • Prácticas de mindfulness: Si la mente olvida y el cuerpo recuerda pero vivimos tan desconectados del propio cuerpo que no somos capaces de notar los síntomas, ni parar y analizar qué está sucediendo, llegará un punto en que esos síntomas se agraven y el cuerpo grite con más fuerza. Para devolver la presencia y la conciencia al cuerpo es muy útil el mindfulness y también el yoga terapéutico.

 

  • Hormesis: aunque parezca paradójico a veces el estrés se regula con más estrés, solo que a pequeñas dosis y con la pauta de progresión correcta. En los últimos años ha adquirido especial popularidad las intervenciones del método Wim Hoff.

 

  • Prácticas de respiración: el sistema nervioso autónomo es automático, sin embargo existe una función en este sistema que sí que podemos controlar y es la respiración. A través de una respiración consciente y calmada  podemos hacer que nuestro corazón lata más despacio y que nuestra mente se calme y mandar un mensaje al resto del cuerpo de que estamos a salvo. Existen clases específicas de respiración, a veces llamadas en inglés breath work.

 

  • Otros: existen otras corrientes que exploran la relación cuerpo-mente como somatic experience, terapia guiada con animales, brainspotting, Hakomi, musicoterapia…

 REFLEXIÓN 

Seria interesante que como sociedad comenzásemos a prestar más atención a cómo prevenir enfermedades cuidando y protegiendo la infancia así como promoviendo la educación y el empoderamiento en salud desde edades tempranas. 

Por otro lado, en la vida adulta es muy común vivir en piloto automático y lo cierto es que no estar totalmente presentes en el aquí y el ahora nos mantiene aprisionados en el pasado y desconectados y esto a la larga nos enferma. Implementar acciones que nos acerquen más a la conciencia del propio cuerpo debería formar parte de la rutina de cada persona. La salud física tiene mucho de mental y la salud mental tiene mucho de física, la relación va en ambos sentidos y hay que cuidar ambos sentidos para tener un sistema neuro-endocrino-inmunologico sano.

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